jueves, 13 de marzo de 2008

¡Y TÚ! ¿ESCUCHASTE A LA LLORONA?


Aquella calurosa mañana sabatina, 14 amigos entre hombres y mujeres nos encontrábamos en Padre Cocha, pequeño poblado ubicado a la margen Izquierda del río Nanay, a 20 minutos del puerto Bellavista Nanay (en bote motor). Nuestro propósito era investigar la realidad de los habitantes para el curso de etnología. Ya aquellas personas pertenecen a la etnia Cocama Cocamilla, y como nuestro objetivo principal era el académico, fuimos a investigar la realidad de este poblado.
Nos sorprendimos al ver todo lo que pudimos encontrar en aquélla pequeña urbe, que parecía tener de todo; encontramos desde discotecas, bares, y hoteles.
Luego de haber recorrido todo el pueblo nos encontrábamos cansados, pues nos habíamos entrevistado con un sinnúmero de personas que nos conversaban sobre la idiosincrasia de su pueblo con una cordialidad inesperada. Siete chicas y siete hombres conformábamos el grupo.
Ya a las cinco de la tarde todos nos sentíamos satisfechos con haber cumplido con tan apremiante labor. Por tal motivo decidimos quedarnos esa noche, recuerdo que: Josué el más pilas del grupo dijo: -Vamos a quedarnos aquí por esta noche. Vamos a la disco- remarcó.

A todos nos pareció muy buena idea. Así que decidimos registrarnos en el Hotel del pueblo para descansar y esperar la noche. Seis de las chicas, tomaron dos habitaciones triples, mientras los varones hicimos lo mismo, quedaba una pareja de enamorados fuera, Patty y Marcos, quienes decidieron tomar juntos, su propia habitación.

El hombre de la recepción, un señor regordete, de rostro mofletudo y de mirada amigable, nos aconsejo que si nuestro propósito era salir a divertirnos, lo hiciéramos lo más temprano posible, pues el generador de luz que abastecía a todo el pueblo del tan apreciado fluido eléctrico, sólo funcionaba hasta las 10 de la noche y que minutos depués de esa hora todo el pueblo quedaría en penumbras.
Tal advertencia nos permitió acordar que teníamos dos horas como máximo para ducharnos y reencontrarnos en el hall de hotel, para iniciar nuestra diversión.
Patty y Marcos la parejita del grupo, decidió que no irían con nosotros argumentando que el trajín del viaje y la labor realizada durante la tarde los había dejado completamente agotados, así qué ellos aprovecharían todo el tiempo para descansar.
Y así lo hicimos todos nos fuimos a nuestras habitaciones, unas cabañas de madera ubicadas una junta a la otra. Luego de dos horas nos reunimos y nos dirigimos a la discoteca. Después de beber, bailar justo antes de ser las diez decidimos regresar, en medio camino nos dio las diez de la noche y el poblado quedo a oscuras; la noche negra y el paisaje desolador era nuestro escenario, mientras nos dirigíamos al hotel. En el camino César el más parlanchín de todos, nos narraba historias de terror, la que nos impacto mas era la historia de la llorona. Una historia que cuenta las apariciones sobrenaturales de una mujer, que lloraba su trágica suerte por la pérdida de sus hijos y que siempre se presentaba a los viajeros que pasaban en lugares oscuros y tenebrosos como el que en esos momentos recorríamos con el objetivo de matarlos. Tal historia nos hizo acelerar el paso hasta llegar al hotel todos caminábamos rápido casi corriendo tratando de no tropezar en medio de tans oscuro camino.
Cuando llegamos al hotel nos refugiamos todos en una habitación. Tanto miedo nos dio el relato, que nadie quería irse a su cuarto. De pronto unos quejidos nos pusieron alertas. Una mujer se quejaba. Todos nos miramos. Yo pregunte -¿Escucharon eso?- Todos respondieron que sí. -¿De Donde viene el ruido?- pregunto Gabriel, con un poco de temor. Todos se pusieron nerviosos, sobre todo porque en la oscuridad no veíamos nada. Los gritos continuaban.
-Los gritos vienen de las habitaciones del fondo- dijo, Josué. –Vamos a ver que es.
-¡Y si es la llorona!- con voz de pánico, dijo una de las chicas.
- No, no vayan, mejor quédense aquí con nosotras- dijo Karen.
- ¡Henrry, Vamos los dos!- me dijo Josué. El pánico se estaba apoderando de mí, pero aproveche que nadie lo había notado, para responder. -¡Vamos, pues!
Como todo estaba oscuro avanzábamos con lentitud, además el temor nos hacía dar pasos cortos. Cada paso que dábamos lo hacíamos gracias a la ayuda de la luz de nuestros celulares, pero aún así no servía de mucho. Los ruidos de la mujer quejándose, habían cambiado. Ya no se escuchaban muy quejumbrosos y se tornaban aunque pareciera extraño placenteros. Llegamos hasta el final del corredor y nos dimos cuenta que los sonidos provenían de la habitación de Patty y Marcos. Nos habíamos olvidado de ellos.
Pegamos nuestros oídos a la puerta y escuchamos en silencio.
Sin duda eran ellos. Escuchamos toda clase de sonidos y frases provenientes de nuestra amiga. Sin querer nos habíamos convertido en cómplices auditivos de una de sus sesiones de amor. Rápidamente nos dimos cuenta de lo que estaba pasando. Aguantando la risa, presionando las manos sobre nuestra boca, regresamos con los demás. Ni bien nos vieron nos preguntaron muy angustiados. -¿y qué fue eso?
-La llorona- respondió Josué mientras soltaba una carcajada. Yo tampoco no me pude aguantar la risa.
-¿Qué paso?- preguntaron intrigados. -¡Sígannos!- dijo Josué poniendo su dedo en medio de su boca haciendo seña de silencio a los demás.
Y Así los condujimos hasta la habitación de Patty y Marcos.
Todos pegaron sus oídos a la puerta de madera de aquella habitación y escucharon los sonidos. Los cuales en un principio los llenaron de pavor y estaban acabando por inundarlos en risas.
Entre tropiezos y risas regresamos a la habitación de una de las chicas. Las carcajadas nos duraron varios minutos, nos reiams como locos y tdos bromiabamso al respecto. Luego no supimos cuando nos quedamos dormidos todos en esa habitación.
A la mañana siguiente nos dispusimos a tomar el desayuno en grupo. En un comedor que quedaba frente al hotel. Juntamos las mesas y nos sentamos a esperar a todos. Cuando llegaron Patty y Marcos, lo hicieron juntos abrazados y muy cariñosos. Todos nos quedamos mirandoosles y sonriendo.
¿Y que tal Chicos? ¿Cómo estuvo la noche?- Pregunto Patty.
-De miedo- Se apresuro a responder Josué.
-¿Por qué?- volvió a preguntar Patty. Un poco extrañada y preocupada.
-Porque escuchamos a la llorona- respondió muy serio Josué.
Al oír la respuesta de nuestro compañero y amigo, todos los que ya estábamos sentados alrededor de la mesa nos miramos y esbozamos una sonrisa cómplice.
-¡Y tu! ¿Escuchaste a la llorona? –les interrogo Josué muy serio.
-No nada, nos quedamos profundamente dormidos. –dijo Patty.
-¡Que raro! Pero si gritaba fuerte- respondió José.
-¿Así? ¡que miedo! ¿Y que escucharon? Cuéntenos, ¡por favor!- dijo Paty Mientras su rostro dibujaba una cierta ansiedad por conocer lo misterioso.
Segundos después los rostros de Patty Y Marcos se desencajaron y sonrojaron cuando Josué les repitió textualmente lo que había escuchado. Y nosotros no supimos contener más la risa, cuando Josué les respondió. –La Llorona decía en la noche: “Hum, hum, hum. No lo saques por favor. No lo saques, por favor mi amor.

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