miércoles, 31 de diciembre de 2008

EL ARTISTA DE LA CALLE

Recuerdo que estaba caminando en una tarde de invierno por las frías calles de Lima, mis pasos me acercaba al Parque Universitario, personas iban y venían cada individuo caminando alerta a su entorno y sumido en su propio mundo mental, nada nuevo hasta el momento. De pronto a unos pasos mas adelante una aglomeración de personas me llama poderosamente la atención, me traspasa una curiosidad innata por saber el porque del tumulto y decido acercarme. Con cada paso que doy me doy cuenta que aquel gentío se encontraba feliz, las carcajadas se escuchaban hasta dónde yo estaba. Apresuro mas mis pasos para saber ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta alegría? ¿Qué es lo que les llama poderosamente la atención?
Al llegar me doy cuenta que el centro de atracción de esta gente es un individuo singular, de apariencia cómica. Su contextura muy delgada y su mediana estatura contrastaban con su vestimenta ancha, provisto de una camisa de colores y un pantalón dril marrón y sus zapatos negros empolvados. Sobre su cabeza llevaba una gorra roja de visera, que cuando se la quitaba dejaba ver su frondosa y crespa melena, que le caía sobre los hombros, sus enormes ojos negros, su nariz chata; pero lo que más llama la atención es su enorme boca y sus avispados ojos, los cuales utiliza hábilmente para realizar una serie de muecas que acompañaban su espontánea retórica.
Luego de lograr someter a todo ese gentío a toda una sesión de risotadas, se saca la gorrita de la cabeza y pide una colaboración a todos, sigilosamente va pasando por el rededor del circulo formado por la gente, curiosamente las risas se apagan, sólo se escucha caer dentro del gorro unos tímidos centavos.
Moviendo la cabeza con decepción, el hombre de apariencia graciosa continua su recorrido gorra en mano dentro de ese círculo.
De pronto sus ojos se le iluminan. Una mano infantil ha dejado caer dentro de ese sucio gorro rojo una moneda de un sol.
Inmediatamente toma la moneda la levanta en alto y se dirige a su publico:
-¡Miren! ¡miren! ¡No les da verguenza! Todos han echado dentro del gorro centavos. Pero éste niño, éste niño ha dado un sol. Esta moneda de un sol, seguro era para que se compre su caramelo y su chocolate, pero éste niño que no debe de tener más de 8 años reconoce mi trabajo, el trabajo de un artista de la calle.
Luego sigue pasando la gorra y más individuos se animan a colaborarle con monedas igual de generosas.
Inmediatamente el cómico quiere gastar un nuevo chiste, levanta la moneda de un sol, se pone al medio de su espontáneo escenario y realiza un paneo con su rostro a todo su publico realizando una de las muecas mas extravagantes, graciosas y cachacientas que he visto y dice:
-Ahhhhhhh! Pero este niño es re contra inteligente, escucha como piensa; Éste niño analiza y piensa así: “esta moneda de un sol mi papá y mi mamá me lo han dado para comprar caramelos y chocolates. ¡Pero los caramelos y chocolates me van a joder los dientes! Mejor esta moneda de un sol se lo doy a éste cojudo que pasa con su gorrita y que se joda él”.